Si alguna vez nos perdemos por el desierto de Sonora en Arizona nos costará reconocer esta casa en el desierto que se construyó sobre todo con tierra apisonada, un material sin prácticamente efectos secundarios ambientales. Esta cuestión tuvo mucho peso a la hora de idear el proyecto pues se tuvieron en cuenta detalles como las rutas de migración de los animales autóctonos.
El material utilizado para fachada, paredes y suelo en tonos terracota se complementa con las grandes ventanas que abren la casa a la amplitud y luz exterior fomentando el sentimiento de unidad con el desierto.
Una de las zonas más llamativas de la vivienda es la escalera de entrada que parece haber surgido por casualidad. Compuesta de bloques independientes simulan ser piedras que se encontraban en el paisaje y que se han usado para facilitar el acceso a la edificación.
Dos factores naturales del desierto como la escasez de agua y el fuerte calor fueron minimizados en el diseño pues la casa cuenta con un sistema de recolección de agua y el calor se reduce con la orientación y minimizando las aberturas de puertas y ventanas en todas las fachadas menos en la sur a donde dan todos los patios y terrazas.
Diseño, eficiencia energética y confort en medio de lo que de entrada entendemos como un entorno hostil. Un ejemplo de que cualquier lugar es bueno si conseguimos idear nuestra casa ideal.